12.12.12

TÉCNICAS DE COLOCACIÓN DE LA PIZARRA

Introducción
La pizarra es un material natural de los más antiguos empleado por el hombre en la construcción, contándose por ello con una dilatada experiencia sobre sus cualidades y comportamiento.
En un principio, las pizarras, toscamente labradas, se usaban exclusivamente en las construcciones populares de las regiones donde se encuentran estas rocas. Es en el siglo XI cuando en Europa se empiezan a utilizar piezas finas y regulares para cubrir casas nobles, iglesias y castillos, a veces alejados de las fuentes de producción.
En la actualidad se ha generalizado el uso de la pizarra para todo tipo de construcciones, desde las más populares a las más suntuosas, siendo casi imprescindible en algunos ambientes con abundancia de precipitaciones tanto en forma de agua o nieve (refugios de montaña, chalets, etc.).
El empleo de las pizarras durante siglos ha hecho que las técnicas de montaje se hayan perfeccionado, permitiendo la adaptación a todas las formas, pendientes, planos y líneas de las cubiertas, paredes y suelos.
En la figura pueden verse los distintos formatos de las piezas de pizarra.


La cubierta de pizarra se forma por superposición de elementos planos, independientes unos de otros, que se recubren parcialmente entre sí, siguiendo unas reglas variables pero precisas. Las pizarras se colocan en filas horizontales y cada una hace de tapajuntas de las colocadas debajo de ellas.


Las placas de pizarra tienen los bordes en bisel, que se colocan al exterior tanto para que disminuya la resistencia al viento, como para facilitar el vertido del agua.
En cada placa de pizarra se distinguen tres partes:
(a).- Solape: parte superior de la pizarra, la cual no recibe nunca el agua.
(b).- Parte semi-oculta: zona intermedia cubierta por la parte vista de la fila superior. Recibe el agua pero no la lluvia.
(c).- Parte vista: parte inferior de la pizarra, absolutamente visible, que recibe agua de lluvia y la que cae de las filas superiores.
B = C = (H − A)/2
donde H es la altura.


La medida del solape debe ser suficiente para que el agua de lluvia no suba hasta el borde superior, sea por la acción del viento, como por capilaridad. La tabla 6.8.2.1 muestra los valores del solape mínimo, en milímetros, para distintos tipos de cubiertas.
Además, ninguna placa de pizarra debe tener su parte vista mayor que su anchura, para evitar que el agua sea despedida a las placas colaterales antes de caer en la inferior.


Clases de sujeción de las pizarras
Dejando al margen las estructuras portantes sobre las que se apoya la superficie que forma el faldón, para la sujeción de las pizarras a dichos faldones interesa el material de que estén formados los faldones. Estos faldones se dividen en dos tipos: clavables y no clavables.
Faldón clavable
La cama para sujetar las placas de pizarra puede estar formada por entarimados de madera , rastrelado de madera y/o mortero pobre. Permiten la construcción de cubiertas de poco peso e incluso aprovechar el espacio bajo la cubierta.
La pizarra se puede colocar directamente sobre las estructuras de madera o sobre rastreles. Se recomienda utilizar madera de pino tratada.
En la construcción de cubiertas de pizarra, la cama de soporte que proporciona mayor eficiencia es la construida con panel sandwich Thermochip®, el entarimado a la junta y el rastrelado, que puede ser horizontal o vertical.
El Thermochip® es la solución ideal, ya que además de las ventajas que ofrece como soporte, integra funciones aislantes y decorativas. Se recomienda su utilización con rastrel horizontal.


En principio, son los que ofrecen mayor seguridad de sujeción, pero necesitan pendientes mayores o iguales a 31° (60%). Tanto las tarimas como los rastreles deben tener al menos 25 mm de grueso y, además, 50 mm de ancho.
En el caso en que la cama sea de mortero pobre, se tratará de una capa de mortero con arena fina, con un espesor de 35 40 mm, nivelada y raseada, sobre la que se clavan y sujetan las pizarras, ya sea con clavos, ganchos o ambos a la vez. Es la solución más barata, aunque no permite remates especiales.
El empleo de doble rastrel, vertical y horizontal, permite el aislamiento entre los mismos y la ventilación de la cubierta.
Como pueden ser las camas de forjado cerámico, chapa metálica, etc.


Existen diversas soluciones:
- Rastrelado horizontal: Sobre la capa de mortero se clavan los rastreles horizontales con clavos; de esta manera quedan fumes y apoyados toda su longitud. Serán de 40 x 20 ó 40 x 25 mm.
- Rastrelado vertical y horizontal: Los rastreles verticales, de 40 x 25 mm de forma plana con puntas laterales, irán embebidos en la capa de mortero rico y posteriormente los rastreles horizontales se clavarán sobre los verticales.
Se utiliza en cubiertas muy pendientes. Se puede sustituir el rastrelado horizontal por un entarimado.
Elementos de sujeción de la pizarra al faldón
Las placas de pizarra se fijan con dos clases de elementos: clavos y ganchos.
Clavos
El ensanche de los agujeros se situará siempre al exterior, con el fin de que la cabeza de los clavos quede alojada en él. Los agujeros de la pizarra donde se introducen los clavos estarán, al menos, a 30 mm de su borde, situados además fuera de la zona de humedad (A > 30 mm).
Los clavos pueden ser de distintos materiales: acero dulce, galvanizado, cobre, plomo o acero inoxidable con secciones cilíndricas o cuadradas, siendo recomendadas éstas últimas para zonas muy expuestas al viento. La longitud será, al menos, de 27 mm de largo.
Ganchos
El gancho debe ser resistente y poco oxidable, pues el vástago del gancho se moja durante y después de las lluvias.
Pueden ser de acero galvanizado, cobre o acero inoxidable.
Deben tener entre 2,7 y 3.4 mm de diámetro.
A = Espiga de clavado (mayor o igual de 25 mm).
B = Vástago (solape)
C = Parte vista (mayor o igual de 20 mm).
Existen dos clases de ganchos: de grupa (1) o de punta (2). En las zonas de nieve las pinzas son planas (3).

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